Síguele la corriente …

… esa frase tiene peligro. Cuando decimos eso, básicamente estamos invitando a “pasar”, generalmente de alguien. En definitiva, estamos invitando a que sigamos en nuestra corriente y pasemos de la de los demás. Esto por un lado nos viene muy bien porque así evitamos todo tipo de problemas, pero por otro nos mantiene alejados de los otros… aunque, cierto es, que no tenemos ningún inconveniente en juntarnos con quien se precie cuando nos interesa. De todas las maneras estamos inmersos en una contínua corriente de seres humanos que vamos más o menos igual… vivimos en la misma bola de tierra que está en contínuo movimiento alrededor del sol, que a su vez está en movimiento por todo el Universo. Así que, por mucho que pretendamos “no mojarnos” y les sigamos la corriente a otros para evitar que nuestro pequeño mundo se mueva (ni much menos pensar que se tambalee) obviamos el hecho de que vivimos en movimiento constante.

Y no solo es este planeta, es todo… la vida, por definición, cambia una barbaridad de un momento a otro, de una semana a otra, de un mes a otro… por lo tanto esa corriente contínua que creemos seguir, que nos lleva por sitios seguros en nuestra cómoda existencia no es nada más que una parte del gran movimiento que se produce a nuestro alrededor.

Quizás cuando somos conscientes de ello, de que, a pesar de lo que parezca, todo a nuestro se mueve y nosotros con ello  a pesar de nuestros pesares, decidimos dar un salto. Ese salto es seguido de otro, y otro más, y otro más… y así hasta que caemos en la cuenta que es un fútil intento de tener control sobre ese movimiento en el que ya estamos inmersos. Caemos entonces en la cuenta que esta no es una corriente contínua, es una corriente alternante que cambia constante y que a pesar de todo no podemos tener el control total sobre ella.
¿Qué nos queda?… lo más fácil, asumir y sentir y decidir saltar cuando nuestro ser nos pide hacerlo… ser uno mismo, independientemente de lo que pase… dejar de seguirle la corriente a nadie y zambullirnos en nuestra propia corriente… alterna. Seguir un camino que no sabemos donde nos va a llevar, pero que, sin lugar a dudas es nuestro camino…

el camino y el horizonte

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