Tomar conciencia del entorno I. Conciencia social.

Ay, el entorno… esa cosa que nos rodea contínuamente. El medio ambiente… la naturaleza… No, no voy  a hacer una arenga a favor de lo bonito que es ser natural, vivir en comunión con la naturaleza, protestar por los desmanes del ser humano…
Creo que ya hay muchos ecologistas que lo hacen, así que no es cuestión de que yo meta más harina en este costal… El entorno es, por descontado, algo más que la naturaleza… Es el ambiente (no físico) que nos rodea, o al menos así lo entiendo yo.

Sin embargo, si que es cierto, que en este proceso de cambio, de evolución, todo comienza con una toma de conciencia de uno mismo, sus fuerzas y sus no tan fuerzas, para seguir por una una toma de conciencia de los demás, y poner en práctica la empatía, y en ello no puede faltar la toma de conciencia del entorno que nos rodea, bien sea rural, urbano, natural… El hecho es que ser somos, y lo somos en un entorno y contextos determinados. El contexto, precisamente, hace que sea cada vez más necesaria nuestra implicación no solo en procesos de cambio personales si no también en procesos colectivos… sin los segundos los primeros quedan diluidos…

Si habéis estado (o estáis) en movimientos de índole social como grupos sociales, ONGDs, partidos políticos o sindicatos, etc… esto no os resultará extraño… La acción social siempre ha sido la punta de lanza de los procesos revolucionarios y, por ello, de los cambios sociales. El problema es que a veces la conciencia del grupo a veces absorbe la propia… es decir, las reglas del juego del grupo a veces van en contradicción con la conciencia personal de cada uno. Y uno, para pertenecer al grupo, debe a veces anular parte de esta conciencia. Movimientos sociales hay… pero es difícil mantener cierta “integridad” dentro de la gran mayoría de estos…

¡Ojo!, algunos dirán “yo sigo siendo íntegro”, porque al fín y al cabo nadie está directamente relacionado con esos, cada vez más habituales, casos de corrupción. Pero la integridad, aunque tiene que ver en parte con eso, es, como la palabra indica, mantenerse “íntegro”, que según la primera definición de la RAE es “Que no carece de ninguna de sus partes” (luego viene la de “persona intachable, recta…”). Ambas cosas son una definición válida… pero la capacidad de no perder ninguna de nuestras partes importantes, de nuestro ser, en el proceso de inclusión colectiva es lo que hace que la conducta o forma de ser de uno sea intachable y corresponda con esa segunda definición de integridad. El saber quien es uno a pesar de pertenecer al grupo y el saber cuando el bien del grupo no va supeditado a sacrificar el bien personal (tuyo o de los demás).

La verdad es que podríamos seguir hablando, porque… ¿qué es el bien personal?… ya que en una sociedad del libre mercado, como la actual, el bien personal es poder tener de todo en todo momento… vivir bien, no es muchas veces vivir feliz, si no tener de todo para poder vivir… en fin, que puede dar de si mucho.

Ese es el entorno social que nos condiciona y que podemos condicionar con lo que hacemos, si somos conscientes de nosotros mismos y los demás. Eso es, desde mi punto de vista, la conciencia social.

Por cierto, hablamos de crisis siempre como si fuera algo malo… ¿pero realmente sabemos lo que significa crisis?… es cambio, es renovación… y eso es lo que toca ahora y para ello nos hace falta toda esa conciencia personal y social, y toda la empatía de la que podamos disponer…

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